Las sirenas, luego de tantos millares de años, se cansaban
y empezaban a cantar para ellas mismas.
Se juntaban de a pares, y cantaban: Una para la otra.
Se hipnotizaban, y se enamoraban: Una de la otra.
Se atrapaban, y toda la eternidad la vivían así, junto a la otra...
uno comenzaba a dudar si estaban hipnotizadas, o si ese era amor.
Amor del más puro. El más eterno.
El más vacío amor...
Y cuando su compañera muere, y la abandona,
desolada la sirena canta.
Tan desgarradoramente... que nadie se atreve a pensar que el sonido no viaja en el vacío...