jueves, 4 de agosto de 2016

De las cosas que se extinguen.



El se paró en el risco, al borde de la eternidad, a contemplar aquel paisaje.

La inminencia lo tomó del hombro, suavemente, y con ternura le confeso: "Puedes dar tu último suspiro, caminante. Otro caminante se encuentra en la puerta del camino, y su primer paso es inminente".

El dejó, con delicadeza, su escafandra en la arena, y respondió calmado: "No existen los últimos suspiros, Mientras ella suspire, yo suspiraré con ella", y solo entonces él suspiró, esperando que su aliento fuese una brisa en la frente de la caminante, que aguardaba a la orilla del camino.

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