jueves, 11 de agosto de 2016

De los venados y las tortugas.

 Esa noche fue la menos oscura de su vida, y la niña había tenido el sueño menos claro que jamás hubiera soñado.
 En su sueño se encontraba jugando con su átomo. Nunca dejaba de llamarle la atención su átomo. Pues, ella pensaba, entendiendo la imposibilidad de aquel inocente hecho, que el vacío de su átomo jamás era igual: Fluctuaba, se movía, se intensificaba. y en los días en que mayor era su júbilo, incluso el vacío se atrevía a bailar con ella.
 Ella jugaba con su átomo, cuando el vacío abrió los ojos. entonces los vio: Primero un par de ojos, pequeños como galaxias. Y se fijaron en ella. Luego otro par, gigantes como las mentes. Y se fijaron en ella. Luego un quinto ojo, eterno como los pasos, y se fijó en todo.
 "Somos los ojos del oráculo", se explicaron sin hablar, "Y hoy, ayer, y siempre, te elegimos a ti, como El te eligió; como tu lo elegiste a él."
 "Hace tiempo encomendé una misión: La misión de entender el vacío. Ahora él es el vacío, y su misión es ahora tuya. No, no tienes elección niña. Pero tu ya los sabes.
 No, nadie más puede hacerlo. Pero tu ya lo sabes.
 No, el no está muerto, puedes encontrarlo. Pero tu ya lo sabes.
 No, el no sabe que lo buscas, pero tu ya lo sabes.
 No, el no fracasó, aunque así lo piensa. Pero tu ya los sabes.
 Tu ya sabes todo, niña, solo que aún no lo sabes.
¿Por qué tu, preguntas? Quién pudiera, sino tu, que has danzado con el vacío",
 Al despertar la niña tomó su abrigo, (El infinito suele ser helado), y se dispuso a seguir las huellas de aquel hombre. Del único hombre que se había mostrado ante ella. Lo único que conocía, además de su átomo.

Se enfrentaría a la duda, a la sombra, la luz, los astros, las sirenas, las respuestas, los dragones, los reyes, las rocas, las serpientes, las calaveras, a la vida y la muerte. Siempre siguiendo las huellas del vacío. 


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