jueves, 22 de septiembre de 2016

Del presagio de guerra.


Ellos vienen, niña. Ellos te conocen. No te retrases. 

jueves, 18 de agosto de 2016

De las gemelas del espacio

Él estaba por ahí, y yo lo sabía. Ahora encontrarlo era mi misión, una encomienda, pero para eso debería de correr y danzar por el espacio.
-Niña, encontraste tu cabeza- Una dulce y amorosa voz se escuchó, e hizo eco por todo el lugar.
-Ahora búscame a mi- Dijo una voz similar a la primera, pero definitivamente más dulce.
-Y a mi.
Busqué con la mirada a niñas que habían causado una duda dentro mío. Logré visualizar a aquellas pequeñas. Dos niñas tomadas de las manos, con vestidos pastel por las rodillas y llevaban los pies descalzos y sucios. Sus cabezas, eran dos planetas muy bellos.
-Niña Venus, niña Marte- Susurré tranquila.
Ellas no dijeron nada, sabían que el silencio era la mejor conversación.
-¿Y saben algo de Él?-Dijeron mis palabras, escapando de mi boca.
-¡Que maleducada!-Dijeron al unísono.
Medité el por qué de su reacción por un rato, y me dí por vencida; iba a preguntar, cuando hablaron de nuevo.
-¡Nos interrumpiste!
-No, no lo hice.
-Así es, interrumpiste nuestros pensamientos-Exclamó un poco más calmada, Niña Marte.
Reí por lo bajo pensando en sus palabras...¿Cómo era posible no interrumpir sus pensamientos si las personas piensan constantemente, no es así? No me atreví a comentarles, pues no quería volver a interrumpirlas.
Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no me dí cuenta que ellas estaban hablando.
-...¿Entendiste?-Preguntaron. Negué con la cabeza y suspiraron enojadas.-Que no sabemos nada de Él, pero conocemos a alguien que sabe del Nautilus, y no está tan lejos de aquí.
-¿Y en dónde está?- Grité.
-En donde quieras-Dijo Niña Venus, que siguió con su explicación al ver mi cara confundida.-Ella está arriba, en lo nuevo, lo encontrado recientemente. Las leyes no me permiten revelar la ubicación exacta, pero sé que la encontrarás.
-¡Está en mi globo rojo!-Gritó Niña Marte, sin contenerse.
-¡Marte!-La retó su hermana, la de vestido rosa.
-Lo siento...-Dijo apenada.
-Oh, no. Ellos ya vendrán¡Corre niña, suerte en tu encomienda!-Salieron rápido, y yo hice lo mismo.
Cuando estuve ya lejos de allí, comencé a pensar en las palabras de Niña Venus; no tenía mucho sentido, pero nada lo tenía realmente.
¿A qué se refería con todo eso?

jueves, 11 de agosto de 2016

De los venados y las tortugas.

 Esa noche fue la menos oscura de su vida, y la niña había tenido el sueño menos claro que jamás hubiera soñado.
 En su sueño se encontraba jugando con su átomo. Nunca dejaba de llamarle la atención su átomo. Pues, ella pensaba, entendiendo la imposibilidad de aquel inocente hecho, que el vacío de su átomo jamás era igual: Fluctuaba, se movía, se intensificaba. y en los días en que mayor era su júbilo, incluso el vacío se atrevía a bailar con ella.
 Ella jugaba con su átomo, cuando el vacío abrió los ojos. entonces los vio: Primero un par de ojos, pequeños como galaxias. Y se fijaron en ella. Luego otro par, gigantes como las mentes. Y se fijaron en ella. Luego un quinto ojo, eterno como los pasos, y se fijó en todo.
 "Somos los ojos del oráculo", se explicaron sin hablar, "Y hoy, ayer, y siempre, te elegimos a ti, como El te eligió; como tu lo elegiste a él."
 "Hace tiempo encomendé una misión: La misión de entender el vacío. Ahora él es el vacío, y su misión es ahora tuya. No, no tienes elección niña. Pero tu ya los sabes.
 No, nadie más puede hacerlo. Pero tu ya lo sabes.
 No, el no está muerto, puedes encontrarlo. Pero tu ya lo sabes.
 No, el no sabe que lo buscas, pero tu ya lo sabes.
 No, el no fracasó, aunque así lo piensa. Pero tu ya los sabes.
 Tu ya sabes todo, niña, solo que aún no lo sabes.
¿Por qué tu, preguntas? Quién pudiera, sino tu, que has danzado con el vacío",
 Al despertar la niña tomó su abrigo, (El infinito suele ser helado), y se dispuso a seguir las huellas de aquel hombre. Del único hombre que se había mostrado ante ella. Lo único que conocía, además de su átomo.

Se enfrentaría a la duda, a la sombra, la luz, los astros, las sirenas, las respuestas, los dragones, los reyes, las rocas, las serpientes, las calaveras, a la vida y la muerte. Siempre siguiendo las huellas del vacío. 


jueves, 4 de agosto de 2016

De las cosas que se extinguen.



El se paró en el risco, al borde de la eternidad, a contemplar aquel paisaje.

La inminencia lo tomó del hombro, suavemente, y con ternura le confeso: "Puedes dar tu último suspiro, caminante. Otro caminante se encuentra en la puerta del camino, y su primer paso es inminente".

El dejó, con delicadeza, su escafandra en la arena, y respondió calmado: "No existen los últimos suspiros, Mientras ella suspire, yo suspiraré con ella", y solo entonces él suspiró, esperando que su aliento fuese una brisa en la frente de la caminante, que aguardaba a la orilla del camino.

martes, 10 de mayo de 2016

Del sueño en la jaula.




"Traigo la voz, errante, de lo recóndito, mi bien." dijo la joven.
"Del cautiverio, al cautiverio... no te demores mucho más en esa jaula."

Al despertar supe que no podía quedarme más tiempo en la jaula del dragón.

sábado, 26 de marzo de 2016

De la doncella dragón. 2.

Durante algunos cuantos minutos mantuvo su mirada fija en mi. Luego habló.

-Ya se quién eres, -Me desafió. -eres el hombre vacío.

-Lo siento, usted me confunde, mi nombre es El...

-No, -Me interrumpió. -Ese hombre murió. Dejó su escafandra a la deriva. Se asfixió. Tu no eres él, El está muerto.

 No supe que responder, las preguntas me invadieron, pero ninguna quería ser la primera en salir de mi boca. La muchacha empezó a recorrer la jaula. Y desde afuera yo seguía su paso. Parecía ignorarme, hasta que se cansó, y volvió a hablar.

-¿Vienes a buscar mi pieza? Pues, te la entrego. -Dijo, sacando sus brazos por entre los barrotes de hierro. Pude sentir que su piel era áspera, y emanaba calor, mientras colocaba en mis manos una diminuta cereza.

 La miré detenidamente.

-Es la tentación, -Afirmó. -come por detrás.

-¿Qué es lo que te tienta? -Pregunté.

-Dime tu, no soy yo quien tiene la pieza. -Sonrió, la muchacha.

Medite mi respuesta, mientras recorría la enorme prisión con la mirada.

-Pedirte que salgas de aquí. Que vengas conmigo.

-Siempre es igual, -Dijo ella. -pero en verdad no necesito que me rescaten. Si, soy la doncella encerrada, pero... también soy el dragón que me resguarda.

Entendí que la ella no vendría. Pero no me marché, aún tenía mucho que preguntarle, o, al menos así me fue que me convencí a mi mismo de abrir la jaula, y encerrarme junto a ella.

De la doncella dragón.

Ella no quiso escapar.
Ella se había encerrado.
Ella no se quería explicar.
Solo que estuviera a su lado.


jueves, 4 de febrero de 2016

Del poema de los buitres blancos


 Un desierto entero caminé, siguiendo a La Respuesta. A su lado, cumpliendo su única regla. "En silencio", me había advertido, y obedecí. Obedecí, quién sabe durante cuanto tiempo. Cuando quise volver a hablar había, ya, olvidado como hacerlo. Y mis piernas se rindieron, caí. Caí sobre la blanca arena de aquel inagotable desierto. Miré a la muchacha de piel roja, sin terminar de entender, y vi pena en sus ojos. Me dijo que lo sentía, que así debía ser, que el juicio debía hacerse, que era la única manera, y que esperaba no volver a encontrarme. Eso dijo, y se marchó, siguiendo las huellas de sus propias pisadas. Y yo dormí, siguiendo las huellas de las mías.

 Los buitres blancos me despertaron, mientras devoraban uno de mis brazos: Habían perforado el pesado traje. Un alarido me hizo recuperar la voz, pero sentía sangre en la garganta. Mi grito los espantó.

-¡Este aún vive! -Dijo uno, de voz muy aguda.

-Así parece. -Habló el otro, con voz ronca.

-¿Crees que ella lo haya traído?

-Si, eso creo. -Dijo meditando.

-Pero no están sus huellas.

-Siempre las recoge, no le gusta ensuciar el desierto.

-¿Crees que este sea digno?

-Yo creo muchas cosas, joven. Aquí importa lo que crea él. -Dijo, fijando a mi su mirada curiosa.

-¡Si, si! Lo que él crea.

El de la voz ronca se dirigió a mi, con respeto, y compasión.

-Digame, usted, muchacho ¿Cree que es digno de no ser comido?

-Lo siento, -Contesté. -pero estoy ocupado, no tengo tiempo de morir.

-Ah, ya veo, -Suspiró.- ¿Y qué sabes tu del tiempo?

-Solo que debo estar llegando tarde, señores.

Me incorporé, y pude notar que mi pieza estaba tirada en el suelo. Junté la pequeña cicatriz que me había dejado la sirena, y me volví hacia los buitres. Ahora me veían desafiantes, y el de la voz ronca habló:

Es notorio, caminante, que no sabe de mi,
que no escuchado del poema de los buitres blancos,
del desierto donde un juicio vil
es verdugo del sueño cabizbajo.

Aquel que no sueña no vive jamás.
Quien no ha vivido, ni ser muerto merece.
Tan solo ser desierto, que si de arena carece,
los enjuiciados podrán alfombrar.

Parado sobre su destino el caminante está,
dejando su huella sin contorno
sobre los que anduvieron el entorno
y no supieron por donde escapar.

Contesté, sin intención de aplacar su ira:

Deme ya su pieza, mi blanco señor.
Estuve muerto, y viví la eternidad.
No siento miedo ya, pena o dolor.
Si así lo decido, me voy a marchar.

 Extendí la mano esperando que me diera algo: "Si pasas la prueba, en el desierto encontrarás una pieza, una ficha," Me había confesado La Respuesta.
 Con asco el buitre de la voz ronca poso su ala en mi mano a medio comer, dejó una pequeña cruz tallada en hueso: "Es la penumbra, come en cualquier dirección, lento, de a un casillero"





domingo, 17 de enero de 2016

De la respuesta

Una hermosa mujer posaba en el lago...su rostro mostraba disgusto. El astronauta abrió la boca para hablar, pero ella lo interrumpió. Comenzó a cantar. 

La Respuesta:

Solo escuche,
caminante, y sabrá
quién le canta,
qué lo espera,
y qué pensar.

Su quimera,
esa pena, ese mal,
es lo que hoy
vengo yo
a sanar

Soy la luz,
la que muestra el camino.
El mejor
el que debe
tomar

Astronauta:

Sin ofensa,
mi dama, mi bien,
no hay camino
en esta
misión

No hay respuesta
no hay salida,
o solución
vengo a ahorrarle
una desilusión.

Respuesta: 

No ha existido
congoja, o duelo,
que no haya
sabido
arreglar

A la lluvia
más fuerte
del cielo
he podido,
yo, amainar

Astronauta: 

No hay tal lluvia
no hay muerte, no hay cielo
no hay nada
sobre este
penar.

Respuesta: 

Déjeme, caminante seguir
con usted

Astronauta: 

Mi tarea es de no terminar

Respuesta: 

No hay problema que calme
mi sed.

Astronauta:

No hay más tiempo que la eternidad..

Respuesta: 

Su misión, dígala,
de una vez

Astronauta: 

El vacío yo debo encontrar.



miércoles, 6 de enero de 2016

Del tiempo

"Paso a paso, a paso despacio, espacio al paso, tiempo despacio, paso a tiempo, tiempo al paso"
Repetía el gigantesco animal, mientras flotaba ante mi.
 "Paso al tiempo, al paso espacio, tiempo al espacio, despacio a despacio, despacio paso al tiempo"
No podía moverme, la bestia era majestuosa, hablaba con la voz de las edades.
 "Despacio, el juego no termina"
Dijo, al pasar su ojo, del tamaño de una estrella, frente a mi.